Subred Integrada de Servicios de Salud
Sur Occidente E.S.E.

Boletín SOmos Ciencia – julio – septiembre 2025

Boletín SOmos Ciencia – julio – septiembre 2025

 

Para la familia Sur Occidente: Lograr el reconocimiento como HospitalUniversitario

El compromiso de un hospital universitario trasciende la atención clínica de calidad; se convierte en un escenario donde convergen la docencia, el servicio y la investigación para el fortalecimiento del sistema de salud. Bajo el marco del Manual de Acreditación en Salud Ambulatoria y Hospitalaria, Versión 3.1, el estándar GER.14, resalta precisamente este enfoque: planear, desarrollar y evaluar la relación docencia-servicio, las prácticas formativas y la investigación como un eje de gestión institucional. Esto signica garantizar que cada decisión administrativa se traduzca en una mejor experiencia para estudiantes, pacientes, investigadores y colaboradores. En el entorno actual, la acreditación en salud no es únicamente un requisito normativo: es un factor de competitividad, sostenibilidad y reputación institucional. Para los hospitales universitarios, este proceso representa una ventaja estratégica, ya que permite alinear de manera integral la prestación de servicios asistenciales con la formación académica y la investigación.

La relación docencia-servicio deja de ser vista como un reto operativo y se consolida como un activo estratégico, capaz de posicionar al hospital universitario como referente nacional e internacional. Esta relación está regulada por el Decreto 780 de 2016 artículo 2.7.1.1.2, que dene el vínculo funcional entre instituciones educativas y organizaciones prestadoras de salud, con el propósito de formar talento humano mediante planicación académica, administrativa e investigativa de largo plazo.

Para lograrlo, el hospital universitario debe enfocarse en el cumplimiento de los requisitos enunciados en la Ley 2333 de sept 2023, entre ellos se encuentran:

Para lograr el reconocimiento como Hospital Universitario, la Subred Sur Occidente E.S.E. no solo debe cumplir con los requisitos enunciados previamente, sino que debe continuar enfocándose en los siguientes aspectos:

En síntesis, la acreditación en salud no es solo un sello, sino la evidencia viva de que la Subred Sur Occidente E.S.E. está comprometida con formar, innovar y transformar el sistema de salud desde sus hospitales universitarios.

Referencias

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Hábitos dietéticos, resistencia a la insulina y obesidad: más allá del índice de masa corporal

La obesidad constituye uno de los mayores retos de salud pública del siglo XXI, con un impacto global que trasciende lo individual y se proyecta en los sistemas sanitarios, la economía y la calidad de vida de la población. Se estima que más de 650 millones de adultos viven con obesidad, cifra que ha aumentado de forma sostenida en las últimas décadas (1). La Organización Mundial de la Salud la reconoce como una epidemia global, estrechamente relacionada con enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, hipertensión arterial, cáncer y menor esperanza de vida (2). El entorno alimentario contemporáneo ha favorecido la disponibilidad de alimentos ultraprocesados, ricos en azúcares añadidos, grasas saturadas y sodio, elementos vinculados con la ganancia de peso y el desarrollo de obesidad. La clasicación NOVA, desarrollada en Brasil, ha sido ampliamente utilizada para categorizar los alimentos según el grado de procesamiento, posicionando a los alimentos ultraprocesados (AUP) como especialmente nocivos para la salud metabólica y es una herramienta que deberíamos tener presente para la educación en salud. (3,4). Estos productos, de alta densidad calórica y baja calidad nutricional, promueven la disfunción metabólica, el estrés oxidativo y la inamación crónica de bajo grado (5,6). La dieta moderna, caracterizada por un elevado consumo de bebidas azucaradas, frituras y carbohidratos renados, genera un balance energético positivo que, mantenido en el tiempo, resulta en acumulación de tejido adiposo (7). En contraste, patrones dietéticos como la dieta mediterránea, la DASH o la basada en plantas han demostrado efectos protectores al mejorar la sensibilidad a la insulina, modular la microbiota intestinal y reducir los marcadores inamatorios (8,9).

La resistencia a la insulina constituye un estado en el cual los tejidos periféricos responden de forma inadecuada a la acción de la insulina, lo que conlleva a hiperinsulinemia compensatoria y alteraciones metabólicas (10). Diversos estudios han señalado que la resistencia a la insulina constituye un eslabón siopatológico clave en el desarrollo de la obesidad y la diabetes tipo 2 (11). El exceso de carbohidratos renados y azúcares simples contribuye directamente al incremento de la lipogénesis hepática de novo, lo que favorece el aumento de triglicéridos, lipoproteínas aterogénicas y acumulación de grasa visceral (12,13). A nivel cardiovascular, este estado se asocia con disfunción endotelial, rigidez arterial e hipertensión (14). La obesidad abdominal, en particular, se relaciona estrechamente con la resistencia a la insulina, ya que el tejido adiposo visceral es metabólicamente más activo y secreta adipocinas proinamatorias que exacerban la disfunción metabólica (15).

El índice de masa corporal (IMC) ha sido tradicionalmente el indicador principal para clasicar el sobrepeso y la obesidad. Sin embargo, cada vez es más evidente que el IMC es un indicador poco preciso del porcentaje de grasa corporal, ya que no proporciona información sobre la distribución de la masa grasa en distintas partes del cuerpo. (16). De este modo, un individuo con índice de masa corporal normal puede presentar exceso de adiposidad visceral y riesgo cardiometabólico elevado, mientras que otros con valores altos pueden tener mayor proporción de masa muscular y menor riesgo real (17). En este contexto, la bioimpedanciometría se presenta como una herramienta de gran utilidad clínica, ya que permite estimar la composición corporal a partir de la resistencia que opone el organismo al paso de una corriente eléctrica de baja intensidad. A través de este método se pueden diferenciar compartimentos como agua corporal total, masa grasa y masa libre de grasa (18). La masa magra constituye un parámetro relevante, pues se relaciona directamente con la fuerza muscular, el metabolismo basal y la sensibilidad a la insulina. Estudios recientes destacan que una mayor proporción de masa magra se asocia con menor riesgo de síndrome metabólico y eventos cardiovasculares, incluso en individuos con índice de masa corporal elevado (19,20). Por tanto, la evaluación de la composición corporal añade un valor clínico superior al índice de masa corporal, al permitir intervenciones más personalizadas y eficaces.

La obesidad es una enfermedad compleja, multifactorial y prevenible, en la cual los malos hábitos dietéticos y la resistencia a la insulina juegan un papel central. La transición hacia dietas saludables constituye una estrategia fundamental para la prevención y control de esta condición, junto con intervenciones que fomenten la actividad física y la educación nutricional. No obstante, es necesario superar la visión reduccionista basada en el índice de masa corporal e incorporar herramientas como la bioimpedanciometría y la valoración de la masa magra, que ofrecen una aproximación más precisa a los riesgos metabólicos reales. Este enfoque integral permite orientar las políticas de salud y la práctica clínica hacia estrategias más efectivas, individualizadas y sostenibles en el tiempo.

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Introducción
La formación médica es por tradición de tipo presencial, y aunque la práctica clínica es fundamental para poder realizar asociaciones entre lo teórico y lo experimental, con la aparición reciente de la pandemia por el virus SARS-CoV-2 fue necesario replantearse la asistencia a las aulas y proponer estrategias de enseñanza que dieran continuidad a los procesos de aprendizaje médico. Ahora bien, aunque en el último siglo algunas facultades a nivel mundial han acogido la evolución tecnológica, implementando, por ejemplo, el uso de medios telemáticos, la aparición de la virtualidad en el campo de la educación médica ha sido recientemente instaurada tras la pandemia. Esto se debió a la necesidad de cumplir las normas sanitarias establecidas por los diferentes gobiernos, como el distanciamiento social, que obligó al cierre de las aulas de clase. Finalmente, esta publicación busca resumir de forma global el desarrollo de estas innovadoras estrategias de enseñanza.

Materiales y Métodos
Esta publicación busca analizar diferentes puntos de vista que van desde el origen hasta la implementación de las estrategias virtuales de enseñanza aplicadas en escenarios médicos. Para dicho análisis, se realizó una búsqueda en la literatura en bases de datos como PubMed y Google Scholar, con términos como educación médica, telemedicina, estrategias de salud y COVID-19. Luego de encontrar abundante literatura al respecto, se seleccionó la más pertinente para responder a la pregunta: ¿Cuál es la apreciación de los estudiantes, docentes e instituciones sobre las transformaciones que se presentaron con la implementación de las estrategias de enseñanza-aprendizaje en las facultades de medicina durante la pandemia por el SARS-CoV-

Como lo menciona Pacheco Arrieta (2002), la reglamentación en educación aparece en el siglo XIX con el Decreto del 6 de octubre de 1821, que en su artículo 55, ordinal 19, divulga: promover por leyes la educación pública, y en el Decreto del 3 de octubre, a partir del cual se reglamenta el funcionamiento de las universidades, legislando todos los aspectos de la vida académica. Posteriormente, en el siglo XX, el Decreto 1326 de 1922 regula lo relativo al reconocimiento de personas jurídicas, al cual luego se le adicionaría el Decreto 2272 de 1928, que precisaría los pénsum y los programas de estudio. Por otra parte, en 1969 se crea el Sistema General de Acreditación (arts. 53 y 54) y, en 1992, gracias a la Ley 30, se crea el Consejo Nacional de Educación Superior, organismo con funciones de coordinación, planificación, recomendación y asesoría. Luego, en 1995, aparece el Acuerdo CESU, que en su numeral 6 decreta las políticas generales de acreditación, derogando las normas contrarias.

En 2006, el Acuerdo CESU establece nuevas políticas para la acreditación de programas de pregrado e institucionales y, en 2008, a través de la Resolución 3010, se establece el reconocimiento del registro calificado a programas acreditados de alta calidad. Pero no es sino hasta 2011 cuando el Ministerio de Educación Nacional, a partir del Acuerdo 02, establece los criterios para los procesos de acreditación de instituciones y programas académicos de educación superior. En este se menciona que las instituciones de educación superior podrán presentar su documento de autoevaluación con fines de acreditación y demostrar que han adelantado las acciones correctivas y cumplido los planes de mejoramiento a los que pudieran encontrarse sujetas. Además, se indica que habrá verificación del otorgamiento de acreditación y que durante este tiempo las instituciones evitarán ser objeto de sanciones administrativas que afecten el proceso de evaluación de calidad.

En el mismo Acuerdo 02 de 2011, en su Decreto 5012, se habla sobre las excepciones que se tendrán en cuenta en el proceso de acreditación: las sanciones impuestas a los directivos de las instituciones por responsabilidades personales solo cuando afecten las condiciones de calidad de la institución o los programas académicos; y las sanciones impuestas a las seccionales de las instituciones de educación superior solo se considerarán frente a sus propios procesos de acreditación.

Ahora bien, el Acuerdo 04 de 2012, por el que se aprueban los lineamientos para la acreditación de programas académicos de pregrado, indica que debe tener la siguiente estructura de factores y características: factor misión, proyecto institucional y de programa; factores estudiantes (mecanismos de selección e ingreso, admitidos, reglamento estudiantil, etc.); factores del profesor (como selección, tipo de vinculación, estatuto profesional, dedicación horaria, nivel de formación, desarrollo profesoral, investigación, remuneración por méritos, evaluación de profesores, etc.); factor procesos académicos (como integralidad del currículo, flexibilidad, interdisciplinariedad, estrategias de enseñanza, sistema de evaluación, extensión o proyecto social, etc.); factor visibilidad nacional e internacional; factor investigación, innovación y creación artística y cultural; factor bienestar institucional; factor organización, administración y gestión; factor impacto de los egresados en el medio y factor recursos físicos y financieros (recursos físicos, presupuesto del programa, administración de recursos).

En 2019 se modifica el Decreto 1330, que viene a sustituir al Decreto 1075 de 2015, con el fin de establecer las medidas que disponen la organización y funcionamiento del proceso para la solicitud, renovación y modificación del registro calificado. Este decreto enuncia, dentro de sus generalidades, el concepto de calidad como un conjunto de atributos articulados, interdependientes y dinámicos construidos por la comunidad académica y como referentes que responden a las demandas sociales, culturales y ambientales, permitiendo hacer valoraciones internas y externas de las instituciones. También explica los sistemas de aseguramiento de la calidad de la educación superior, entendidos como un conjunto de instituciones definidas que se articulan por medio de políticas y procesos diseñados con el propósito de asegurar la calidad de los programas académicos.

Para mantener la continuidad de los procesos de formación en las instituciones de educación superior, se expide el Decreto 04 del 22 de marzo de 2020, en el que se indica acudir a la virtualidad temporalmente sin que ello implique un cambio en la modalidad del programa presencial a virtual y que, superada la emergencia, la modalidad presencial debe mantenerse. Además, no por ello deberán solicitar aprobación de cambio de programa ante el ministerio.

Por otra parte, como indica Zambrano Ferre (2005), la educación virtual y la ética pueden entenderse como una simulación. Es necesario mencionar que una de las formas de hacer entretenida la enseñanza virtual es a través del uso de herramientas didácticas como la realidad virtual, que no es más que una simulación de lo real. Por ejemplo, para la materia de anatomía, al reemplazar al cuerpo humano o al cadáver, se estará distorsionando la realidad del alumno, pues se estará haciendo un estudio indirecto del tema a través de una interfaz creada de manera artificial, con lo que inconscientemente se contribuye a la deshumanización de la medicina.

La aplicación de la ética en la educación virtual, como señala Martínez Negrete (2014), es un tema amplio que necesita contar con un código de ética de tipo orientativo y propositivo que ayude a desarrollar en el estudiante los conocimientos, las actitudes, las habilidades y los valores que lo impulsen a una formación disciplinada, sintética, creativa, respetuosa y ética.

Ahora bien, autores como Ruiz-Parra et al. (2009) mencionan que la enseñanza en medicina ha experimentado marcados cambios desde los años noventa, dado que la enseñanza ha sufrido una integración transdisciplinar entre las ciencias básicas y las clínicas. Esta misma publicación afirma que el papel de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) juega una labor importante en el aprendizaje, pues estimula y potencia el uso de diferentes sentidos, lo que contribuye a la retención de la información. La multimedia estimula el aprendizaje en formas diferentes; así, los programas virtuales de educación disponen de situaciones de aprendizaje en las que el alumno debe encontrar una respuesta a través de diferentes herramientas de ayuda.

En este orden de ideas, una de las ventajas de la educación virtual es que no solo favorece el aprendizaje individual, sino también el grupal, al estimular el estudio de diferentes materias gracias a los entornos didácticos, generar retroalimentación de los errores (sin repercusiones en el paciente real) y facilitar la evaluación (Ruiz-Parra et al., 2009).

Como lo menciona un estudio publicado por la Universidad Politécnica de Madrid, el uso de sistemas b-learning en la enseñanza universitaria presenta desventajas como los problemas de acceso a la plataforma (que en nuestro país probablemente están relacionados con inconvenientes de conectividad a internet), el prematuro desarrollo de algunas opciones en las plataformas que genera escaso contenido de material y la baja adherencia al uso de estas herramientas digitales por parte del cuerpo docente, entre otros. En este mismo trabajo, los estudiantes encuestados elaboran algunas propuestas como añadir información relevante —calendarios escolares, recordatorios de exámenes y tutorías, información de años anteriores—, mayor facilidad para descargar ficheros, enlaces dentro de los contenidos con información actualizada, así como un módulo que incluya propuestas de trabajo (Bravo Ramos et al., 2004).

Otros autores incluyen como desventajas adicionales la adicción a internet y la distracción que ocasiona discontinuidad y aprendizajes incompletos, problemas físicos relacionados con la mala postura y el cansancio visual, y, sobre todo, el control de calidad insuficiente (Ruiz-Parra et al., 2009). Otra desventaja, especialmente en el ámbito clínico, es la falta de desarrollo de destrezas manuales en áreas quirúrgicas como ginecología, cirugía y ortopedia, lo que podría disminuir la calidad de los egresados al prestar atención médica.

Quijano Blanco (2010) concluye que tanto la enseñanza tradicional como la virtual presentan fortalezas y debilidades que son intrínsecas a cada una. Sin embargo, la educación virtual faculta al alumno para profundizar en los aspectos que le resultan de interés, romper las barreras de espacio y tiempo al momento de recibir clases, consultar fuentes de información actualizadas y utilizar diversos recursos multimedia.

El aprendizaje virtual y el b-learning permiten también al docente volverse mediador en el proceso de aprendizaje, estimulando la práctica constructivista y, por tanto, haciendo más eficiente la enseñanza. Si de forma habitual se combinaran las distintas herramientas virtuales y presenciales de enseñanza-aprendizaje, y siendo el estudiante el edificador de su propio conocimiento, probablemente aumentaría la calidad de los profesionales médicos.

Diferentes artículos en el extranjero han evaluado la aceptación de estas nuevas formas de enseñanza y han demostrado acogida por parte del personal médico en formación; tal es el caso del estudio preliminar realizado por Sandhaus et al. (2020), en el cual se exploraron las implicaciones de estos nuevos tipos de enseñanza. Se desarrolló un formulario de respuesta telefónica dirigido a estudiantes de medicina y se encontró una alta tasa de satisfacción (88,6 %). Sin embargo, en nuestro país aún no se generan publicaciones al respecto, razón por la cual se hace importante el desarrollo de este proyecto investigativo. A partir de los resultados obtenidos se podrán proponer nuevas estrategias modernas que puedan utilizarse de forma constante y así permitir la evolución en el modelo de enseñanza médica colombiana.

Conclusión
A partir de la revisión de los diferentes autores, se concluye que, si bien la educación virtual en el área médica tiene ventajas —como acortar distancias y barreras de tiempo y espacio, permitir el acceso a información reciente a nivel mundial, estimular al estudiante a aprender a aprender y al docente a orientar de forma reflexiva tomando en cuenta diferentes puntos de vista—, también presenta desventajas, entre ellas la falta de accesibilidad relacionada con la condición económica de los estudiantes, la imposibilidad de desarrollar habilidades manuales aplicables en áreas quirúrgicas, y la ausencia de una reglamentación clara sobre la evaluación de la calidad de estas modalidades de enseñanza en medicina. Solo el paso del tiempo desmentirá o ratificará estas aseveraciones y los interrogantes que surgen de esta investigación sobre las apreciaciones de la implementación de la enseñanza virtual médica en tiempos de pandemia. Mientras tanto, es claro que esta es la herramienta actualmente disponible para continuar los procesos de enseñanza-aprendizaje en las facultades de medicina.

Referencias

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El secreto de la Salud Mental: La relación entre la microbiota y los trastornos del comportamiento 

En la actualidad, la salud mental ha tomado importancia. Después de la pandemia se describen cifras mayores de depresión y ansiedad, representando un aumento del 25% a nivel mundial solo en el primer año de pandemia como consecuencia del aislamiento social. Sin embargo, no fue el único factor involucrado, siendo otros como el miedo, la muerte y la infección (Tremeau, 2022), reportándose en el año 2019, según la OMS, alrededor de 301 millones de personas con ansiedad (Sabine Kransel et al., 2024).

Es fundamental reconocer que no se trata de una condición exclusiva de un género, etnia o grupo de edad específico, sino que tiene la capacidad de afectar a cualquier persona, sin importar estas características. Se estimó que alrededor de 350 millones de personas sufrieron de depresión durante el año 2023 (Sabine Kransel et al., 2024).

Si bien la depresión representa una elevada morbilidad, también conlleva un gran costo económico. Entre 2016 y 2030 se estima que el tratamiento de la depresión alcanzará aproximadamente los 147.000 millones de dólares. Por esta razón, resulta crucial identificar enfoques no farmacológicos que puedan mejorar el estado de ánimo, y es en este contexto donde se menciona la microbiota.

Pero, ¿qué es la microbiota? Se define como el conjunto de microorganismos que coexisten de manera simultánea en nuestro organismo (Sabine Kransel et al., 2024).

Se describe una relación entre el sistema nervioso central y el sistema entérico a través de una conexión de vías neuronales que lleva a la formación del eje cerebro-intestino, donde la alteración se ha relacionado con la depresión y la ansiedad (Sabine Kransel con enfermedades degenerativas como la esclerosis múltiple y la enfermedad de Parkinson (Guillot, 2020).

Actualmente, se explica la alteración a través de distintos mecanismos: uno de ellos es el efecto tóxico de lipopolisacáridos ocasionados por bacterias patógenas ubicadas en el intestino, que desencadenan una producción de citoquinas proinflamatorias que atraviesan la barrera hematoencefálica, induciendo una inflamación del sistema nervioso. Esta disfunción se ha relacionado con dietas altas en grasas o dietas no saludables, las cuales provocan un desequilibrio en la microbiota intestinal, favoreciendo así la proliferación de bacterias patógenas (Guillot, 2020).

En modelos de ratas, los lipopolisacáridos de bacterias patógenas se han asociado con comportamientos ansiosos y depresivos. Esto se explica por la expresión de receptores tipo Toll 4 en las fibras aferentes del nervio vago, los cuales tienen la capacidad de identificar estos LPS (Sabine Kransel et al., 2024).

Como se mencionó anteriormente, se plantea una comunicación bidireccional entre el cerebro y el intestino por vías aferentes del nervio vago, en relación con las células enteroendocrinas, modulando la producción de neurotransmisores como la serotonina, importante en el estado de ánimo. También intervienen otros neurotransmisores como la dopamina, clave en funciones como la memoria, los movimientos y el sistema de recompensa, encargado a su vez del proceso de aprendizaje (Sabine Kransel et al., 2024; Guillot, 2020).

A su vez, se describe una relación entre los ácidos grasos de cadena corta y la captación de señales de las fibras vágales en la microbiota intestinal. Dado que estas fibras aferentes del nervio vago no tienen contacto directo con el epitelio intestinal, se sugiere la existencia de mecanismos indirectos involucrados en la señalización entre la microbiota y las fibras vágales (Sabine Kransel et al., 2024).

Finalmente, este proceso inflamatorio no se restringe solo a la activación del nervio vago, sino que también desencadena la activación del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, lo que resulta en la síntesis de cortisol. El incremento de los niveles de cortisol intensifica la respuesta inflamatoria, provocando un daño adicional al estimular la producción de citoquinas proinflamatorias, como IFN-γ, TNF-α e IL-4 (Sabine Kransel et al., 2024).

Referencias

  • 1. Tremeau, V. (2022). La pandemia de COVID-19 dispara la depresión y la ansiedad. Noticias ONU. Disponible en: https://news.un.org/es/story/2022/03/1504932 • 2. Sabine Kransel, M. S., Jaramillo Zafra, J. J., Osorio Diago, I., & Becerra Hernández, L. V. (2024). Depresión, ansiedad y microbiota intestinal: mecanismos neurobiológicos. Acta Neurol Colomb, 40(3). Disponible en: http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-87482024000300005 • 3. Guillot, C. (2020). Microbiota intestinal y trastornos del comportamiento mental. Revista Cubana de Pediatría, 92(2). Disponible en: https://revpediatria.sld.cu/index.php/ped/article/view/1063/533

No hay tiempo que perder en la atención primaria, una invitación desde el programa de Medicina Familiar 

El interés académico se centra en problemas sociales bajo un enfoque multidimensional, particularmente en la medición de desigualdades sociales en salud, los determinantes sociales y su relación con los resultados en salud y calidad de vida, en consonancia con las funciones esenciales de salud pública y los estudios sociales en la línea de subjetividades y narrativas acerca de los sujetos sociales, las subjetividades colectivas y las acciones colectivas.

Las condiciones sanitarias, sociales y territoriales de Colombia nos transportan a escenarios heterogéneos que se caracterizan por realidades inequitativas y excluyentes. Esto implica analizar la interacción de las condiciones sociales con la salud y el bienestar de las comunidades, lo que exige superar las limitaciones del modelo de los determinantes sociales de la salud. En el contexto actual, es pertinente interpelar el reconocimiento de la singularidad y esencia humana en diferentes momentos de la vida, así como en los ámbitos familiar, comunitario, ambiental y social, núcleo de formación de la medicina familiar.

El punto de partida para comprender el proceso salud–enfermedad desde la realidad de las comunidades de nuestro país radica en cómo este es objetivado por dinámicas sociales y políticas que no son ajenas a la atención sanitaria esencial, ni deben ser ignoradas por los actores del sistema de salud colombiano. Por el contrario, constituyen una oportunidad de inflexión crítica y reflexiva acerca de las causas de la distribución social de la enfermedad, un alcance que contempla los fenómenos individuales y colectivos desde la perspectiva del cuidado, la educación y la atención primaria en salud, que constituyen los ejes centrales de la medicina familiar.

El propósito es establecer otro modo de relacionamiento en la atención sanitaria esencial, en la que se reconozca, ante todo, la condición de ser humano sin distinciones étnicas, geográficas, culturales, religiosas o de género, desligándose de técnicas de generalización. Esto permite entrever no solo la singularidad, sino también explorar acciones que contribuyan al bienestar de las personas desde la cohesión social en torno al cuidado de la salud.

Cabe señalar algunos temas de interés abordados por los médicos en formación y docentes del programa, como por ejemplo: mujeres monoparentales y factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares en entornos comunitarios; polifarmacia en adultos mayores en centros de cuidado distrital; salud mental en jóvenes; cuidadores de pacientes con enfermedad renal terminal; y adherencia a la terapia PrEP en mujeres trans, entre otros. Los anteriores trabajos se basan en el reconocimiento de las singularidades y similitudes del entorno, que aproximan el conocimiento médico y sanitario a la realidad de las privaciones biopsicosociales que experimentan las comunidades, identificando el patrón de reproducción de las condiciones de vida que materializan los factores de riesgo o enfermedad.

Para concluir, se reitera el llamado realizado por la Comisión Lancet Regional Health – Américas del Banco Mundial y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) el 29 de septiembre de 2025, que exhorta a la comunidad académica a continuar trabajando en medio de la crisis del sistema de salud que afronta nuestro país. En palabras del doctor Jarbas Barbosa, director de la Organización Panamericana de la Salud:

“Sin APS resiliente, la próxima crisis volverá a golpear con mayor dureza a las comunidades más pobres y marginadas. Con ella, podemos asegurar que los servicios esenciales —prevención, tratamiento y cuidados— continúen antes, durante y después de las crisis. La resiliencia no es un lujo: es la base de la seguridad sanitaria, la estabilidad social y el crecimiento económico” (Herrera et al., 2025).

Referencias

  • 1Herrera, C. A., et al. (2025). No time to wait: resilience as a cornerstone for primary health care across Latin America and the Caribbean, a World Bank–PAHO Lancet Regional Health Americas Commission. The Lancet Regional Health – Americas, 0(0), 101240. • Organización Panamericana de la Salud (OPS). (s.f.). Funciones esenciales de salud pública. Recuperado de https://www.paho.org/es/temas/funciones-esenciales-salud-publica • Organización Panamericana de la Salud (OPS). (s.f.). Las funciones esenciales de la salud pública en las Américas: una renovación para el siglo XXI. Marco conceptual y descripción. Recuperado de https://iris.paho.org/handle/10665.2/53125

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